domingo, 22 de junio de 2014

Glaréola Describiendo una Circunferencia.



Suma a este pecado con giba, otro fundido de cuerpos,
alevosía u hojilla de barbero que peina girasoles, en boda de bobas
luciérnagas nadando en pliegues unicelulares.
El glóbulo y el ancla, la pantorrilla de dientes para afuera,
glicerina de todas las bocas, medicina húmeda
que avivará el calor de otro pasamanos.
Ya que no cantan los sinsontes gimnásticos, no podrán nunca,
oye, nunca, acusarme que si del ghetto no salí,
o volví tarde a la cita con el globo terráqueo.
Dos húmeros, un tobillo fragmentado, clavícula o clavicordio,
ceremonia de glaucos amaneceres,
dulce gigoló enternecido en una boca, dormido a la sombra
de un sobaco de mujer.
Ya no creo en la llama de la jindama, ya no busco oro
por letanías, ni me hundo por mi propio peso,
descalzo no voy a misa.
Bufará en el termostato, el calefón y el rifle, la luna oirá
de espaldas al mar cómo arriba la ola presurosa, a la puerta
de tu gineceo, donde yo estaré, y tú estarás conmigo,
la giranta única, mi herida en el costado.
No faltará un beso en tu frente caliza, a través de tus venas
palparé tus hombros de mesopotámica,
tu curva secreta, donde el África guarda sus sílabas más preciadas,
y renaceré, como un globetrotter, una bujía,
un pedazo brillante de globulina fosforescente, náufrago
en orillas de un escalón pequeño.
De cubierta con nudillos al sol, a mil leguas de un ombligo,
punteando burbujas de oxigeno, quiera Dios,

olvidado para siempre. 

lunes, 2 de junio de 2014

Y, ¿MI NOVIA?


(Recital “Cinco Cuerdas”, EL TEMPLO DE ALMAGRO, 31-5-14)

¿Te acordás de esos recitales en los que nuestras novias eran todo el público, te acordás de ellas moviendo las cabezas al ritmo de la batería, coreando nuestras canciones, seguro nadie más se las sabía, quién se las iba a saber si no sonaban en la radio, si éramos quizás un montón de anónimos felices, te acordás de sus aplausos llenando el lugar?
Llego temprano, no hay nadie en las mesas, apenas tres fulanos improvisando en el escenario: dos viejos y un chico de no más de quince años (la guitarra parece guindada en su cuerpecito como en un gancho de ropa, pero, ¡mierda cómo toca ese chico!), pido una cerveza, espero. Pasan dos horas y la banda no llega. El lugar es bastante amplio. En la tele dan el partido de Boca-River en México. Bebo despacio mi cerveza: pues arrastro una resaca del día anterior, pienso en algunas cosas, me gusta cubrir este tipo de eventos, me refiero a esta escena under, ¿qué carajos es ser una banda under?, me gusta este discreto placer de los bares escondidos, de los recitales para nadie, antes de los grandes estadios, y los grandes equipos de sonido y luces, me gusta esta sensación romántica: es una tontería de las más grandes: ¿qué clase de enfermo no quisiera tocar para multitudes? Supongo se trata de una sensación de cercanía, de proximidad con la banda, antes de obtener su pase o licencia de ídolos. Van llegando poco a poco los integrantes.
Llegan de dos en dos, con su instrumento a la espalda, como la roca de Sísifo, aunque los diferencia del personaje griego, que sostienen en su mano la mano de una chica, todos, o la mayoría, no lo recuerdo, fue lo que más me impactó. Es como empujar la roca cuesta a arriba, pero con una sola mano, en la otra sostienen un Martini, o una revista porno, cosas sencillas que hacen el trabajo inútil más placentero, casi lo justifican. Llegan y el lugar se va llenando, se acomodan en las mesas, saludan al dueño del bar, ¿te acordás cuando en los lugares donde tocábamos éramos amigos del dueño, era casi nuestro lugar? Con ellos llegan otros amigos, y más amigos, se acomodan en las mesas, piden cerveza, sonríen a la luz azul y roja del bar.
Yo pido mi tercera cerveza, y comento todas estas cosas con mi amiga: no voy solo. ¿Qué tipo de demente va solo a un recital? De hecho ella es la que me hace notar el asunto de las novias, nos reímos un poco, nos ayudamos mutuamente a disimular nuestra soledad, y así estamos autorizados a compartir un poco de música. Ya va siendo hora, ¿te acordás de esos recitales donde estábamos confundidos con el público, en los que hacíamos una clase de tránsito de las mesas al escenario, sin mayores problemas? 
Tocan, las novias aplauden, los amigos aplauden, las novias y los amigos gritan, animan, el lugar parece repleto, se ve un poco lleno, más lleno que a la hora que llegué, pero aparte del número de seres humanos respirando y bebiendo cerveza, se debe al ruido que hacen las novias y los amigos. La banda llena el bar de sonidos, canciones con aires del rock and roll nacional que toda banda argentina tiene en su ADN, pero también, no sé por qué, con tintes que me recuerdan a Jamiroquai, musicalmente la banda parece sobrevolar distintos caminos, su música es colorida en la medida de no dejarse encasillar, del resto se encarga la tribuna de novias y amigos, alientan, contagian, ¿te acordás de esos recitales en que no se entendía muy bien la letra de nuestras canciones, pero a quién le importa, si la música era lo más importante, te acordás de la gente que pasaba para el baño y tenía que pasar justo al frente nuestro?, el sonido no es el mejor, quizás ser una banda under es cuando la letra de tus canciones no se entiende bien, por el sonido estándar de los bares, eso hace la banda under, toca con fuerza, canta, se limpia el sudor, limpia los anteojos, canta para que las novias y los amigos coreen, ¿algo más importa?, ¿te acordás cuando la vida era quizás más simple?, no, no me acuerdo, la vida siempre ha sido igual de compleja, la vida nunca ha dejado de ser una mierda, pero mientras tengamos novias y amigos, vamos a tener una ventaja, como yo, que luego de ocho años aún conservo esta amiga, y peleamos y herimos y nos emborrachamos también, eso es una ventaja. Las novias y los amigos cantan y gritan y aplauden y corean, y la banda toca, toca para ellos. Antes de ser/hacer una banda hay que tener novias y amigos, es indispensable, sino no se tiene un carajo.