(Recital “Cinco Cuerdas”, EL TEMPLO DE ALMAGRO,
31-5-14)
¿Te acordás de esos recitales en los
que nuestras novias eran todo el público, te acordás de ellas moviendo las
cabezas al ritmo de la batería, coreando nuestras canciones, seguro nadie más
se las sabía, quién se las iba a saber si no sonaban en la radio, si éramos
quizás un montón de anónimos felices, te acordás de sus aplausos llenando el
lugar?
Llego temprano, no hay nadie en
las mesas, apenas tres fulanos improvisando en el escenario: dos viejos y un
chico de no más de quince años (la guitarra parece guindada en su cuerpecito
como en un gancho de ropa, pero, ¡mierda cómo toca ese chico!), pido una
cerveza, espero. Pasan dos horas y la banda no llega. El lugar es bastante amplio.
En la tele dan el partido de Boca-River en México. Bebo despacio mi cerveza:
pues arrastro una resaca del día anterior, pienso en algunas cosas, me gusta
cubrir este tipo de eventos, me refiero a esta escena under, ¿qué carajos es ser una banda under?, me gusta este discreto placer de los bares escondidos, de
los recitales para nadie, antes de los grandes estadios, y los grandes equipos
de sonido y luces, me gusta esta sensación romántica: es una tontería de las
más grandes: ¿qué clase de enfermo no quisiera tocar para multitudes? Supongo
se trata de una sensación de cercanía, de proximidad con la banda, antes de
obtener su pase o licencia de ídolos. Van llegando poco a poco los integrantes.
Llegan de dos en dos, con su
instrumento a la espalda, como la roca de Sísifo, aunque los diferencia del
personaje griego, que sostienen en su mano la mano de una chica, todos, o la
mayoría, no lo recuerdo, fue lo que más me impactó. Es como empujar la roca
cuesta a arriba, pero con una sola mano, en la otra sostienen un Martini, o una
revista porno, cosas sencillas que hacen el trabajo inútil más placentero, casi
lo justifican. Llegan y el lugar se va llenando, se acomodan en las mesas,
saludan al dueño del bar, ¿te acordás cuando en los lugares donde tocábamos
éramos amigos del dueño, era casi nuestro
lugar? Con ellos llegan otros amigos, y más amigos, se acomodan en las mesas,
piden cerveza, sonríen a la luz azul y roja del bar.
Yo pido mi tercera cerveza, y comento
todas estas cosas con mi amiga: no voy solo. ¿Qué tipo de demente va solo a un
recital? De hecho ella es la que me hace notar el asunto de las novias, nos
reímos un poco, nos ayudamos mutuamente a disimular nuestra soledad, y así
estamos autorizados a compartir un poco de música. Ya va siendo hora, ¿te acordás
de esos recitales donde estábamos confundidos con el público, en los que
hacíamos una clase de tránsito de las mesas al escenario, sin mayores
problemas?
Tocan, las novias aplauden, los
amigos aplauden, las novias y los amigos gritan, animan, el lugar parece
repleto, se ve un poco lleno, más lleno que a la hora que llegué, pero aparte
del número de seres humanos respirando y bebiendo cerveza, se debe al ruido que
hacen las novias y los amigos. La banda llena el bar de sonidos, canciones con
aires del rock and roll nacional que toda banda argentina tiene en su ADN, pero
también, no sé por qué, con tintes que me recuerdan a Jamiroquai, musicalmente
la banda parece sobrevolar distintos caminos, su música es colorida en la
medida de no dejarse encasillar, del resto se encarga la tribuna de novias y
amigos, alientan, contagian, ¿te acordás de esos recitales en que no se
entendía muy bien la letra de nuestras canciones, pero a quién le importa, si
la música era lo más importante, te acordás de la gente que pasaba para el baño
y tenía que pasar justo al frente nuestro?, el sonido no es el mejor, quizás
ser una banda under es cuando la
letra de tus canciones no se entiende bien, por el sonido estándar de los
bares, eso hace la banda under, toca
con fuerza, canta, se limpia el sudor, limpia los anteojos, canta para que las
novias y los amigos coreen, ¿algo más importa?, ¿te acordás cuando la vida era
quizás más simple?, no, no me acuerdo, la vida siempre ha sido igual de
compleja, la vida nunca ha dejado de ser una mierda, pero mientras tengamos
novias y amigos, vamos a tener una ventaja, como yo, que luego de ocho años aún
conservo esta amiga, y peleamos y herimos y nos emborrachamos también, eso es
una ventaja. Las novias y los amigos cantan y gritan y aplauden y corean, y la
banda toca, toca para ellos. Antes de ser/hacer una banda hay que tener novias
y amigos, es indispensable, sino no se tiene un carajo.