domingo, 4 de marzo de 2018

Para Adeline





En el primer trago de licor se le ocurrió la renuncia: no tener esperanza, ¿si aquello fuera cierto? Mis pies cansados tendrían aún motivo para correr hacia las olas
La huella de un peregrino, la herida del sol, o el roce de la arena, serían un pequeño altar para pensar, si no tuviera más que aquello, la derrota segura, el cuello gentil a la guillotina del viento
Sería, quizás, maravilloso, pelear sin el alarde de la verdad, o las flores de la victoria, entregar el cuerpo entero al fracaso, libre, auténtico, sin secreto alguno que sostener, como una fe liviana, como palabra sin promesa, sin énfasis, sólo perfume, sólo belleza
A mitad de su segunda lata, acaso intuyó que todo anhelo encubre el temblor, el respeto a la muerte, y la la justicia, confianza en el cielo, los dioses, los mensajes del tarot, las líneas ciertas en sus manos, todo se le antojaba una carga, si tan sólo pudiera pelear  con el recuerdo de tu rostro
Eso y nada más, saber todo lo restante perdido, irremediablemente perdido, así feliz, salir corriendo a su campo de batalla, echando espuma por  la boca, gritando de alegría.  

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