Sin conocerte, aún sin adivinar el primer velo de tu
sonrisa, sé de buena fuente que has coqueteado con marinos libaneses, y no me
importa
Borrada la huella futura de tu mirada, me quedo
anónimo y páramo de mis manos, sin nombre, sin lluvia ni tránsito de venas,
sólo e indeterminado hasta tu boca, de la que la palabra ronda, sin el
atolondre de la vocal ni la fiesta de tu lengua llamando a tantas cosas lejanas
De qué tierra vienes, de dónde tus calles, la casa
familiar, el hueco de un abrazo en el que se acomoda tu cuerpo blanco, cuál es
la luz de la que te desprendes, y el aire que consciente el humo de tu tabaco
Poco sé, antes de este quemar al tacto la silueta de
tu cintura, la media luna de tu espalda, el lunar bajo la cautela atenta de tu
sangre, yo sólo pedí tenderme al pie de tu sombra, a ver crecer altas palmas con
cocos, rumiar el día con la pereza de un beso, atender tus fantasmas silbando
canciones viejas
Cómo hablan tus manos con la mandioca, cómo se
espolvorean entre charlas y arde la manteca, mundo domesticado por tu pulso,
estas ganas de rodearte como el río, de sentir las válvulas secretas que tiene
tu vientre, apretar mi corazón a tu espalda, respirar el pasado que jamás
tuvimos
Todavía sin ti, ya me duele la vida, no te preocupes,
venía así de mucho antes, sin saber que los versos apartados en la habitación
urgente, cada línea robada a mi hora, eran para ti, esta tarde lo supe.
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