Escucha los truenos buscar su nido entre las ramas, oye
quebrarse escarabajos contra las bombillas o la lluvia, y no le duele, no
piensa en esa oscuridad, se deja ir, sumergirse sin protestas, en la noche
honda del río, sin exclamar una palabra, no pregunta, ni por los bordes, ni las
siluetas, las estrellas, lo sabe, no le pertenecen, alumbran, eso es todo, y
llueve, largo, sonora
Algo ha empezado a crecer en sus mejillas, una mugre,
una tela de araña oscura, delgada, el paso del día, uno tras otro, trasegar
indiferente por la corriente silenciosa, a lo sumo un loro, en el hombro de una
niña come pescado, y alguien llora, y alguien canta, y alguien amarra mejor su
cuerpo al vaivén
Todo esto tiene algún sentido, pero se ha perdido,
bendición, perdido para siempre, en la noche revuelta de olores, el aire hiede
a rostro fugado, queja de los espejos, maldice tanta libertad, se deja ir,
dentro de un túnel, la luna en el agua, ha perdido la coordinación de
movimientos, las palancas quietas, en calma se desgaja el cielo, todo hecho del
mismo lodo maravilloso
Desde una altura indefinida, oye el aire pasar en el
tabaco, la lumbre pobre brinda su coincidencia, para verte, encontrarte,
perderte, saber que vives, que estás, avanza, avanza.
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